Mi vocación como psicóloga no viene desde mi infancia ni desde mi adolescencia, viene
desde mi adultez, cuando mi vida dió un giro de 180º y decidí marchar por un camino. Ahí,
puse en acción todos los pasos hasta llegar a la licenciatura de Psicología.
No diré que el camino que elegí fué fácil, hubieron piedras de todo tipo de tamaño,grande
como fue mi Diabetes, muy muy grandes como fue la enfermedad de mi madre, medianas
como fueron las mudanzas, mis errores, problemas en mi familia y amigos, piedras más
pequeñas como trabajar y estudiar, los problemas del día a día, una gigante pero preciosa
como el nacimiento de mi hija… En fin, como una persona normal que le pasan cosas. Y
aún así continué este camino, porque quería ser Psicóloga.
En cuanto acabé la licenciatura, me inscribí en un nuevo curso: Terapia Familiar. Sentía que
tenía que hacer esta formación. Durante casi 2 años aprendí muchísimo (y lo que me
queda) sobre familias, parejas, síntomas, comunicación, etc….
Tras este curso, realicé el máster de Psicología General Sanitaria, requisito necesario para
ejercer como psicóloga. Este máster me dió la posibilidad de trabajar como psicóloga
sanitaria en residencia de tercera edad, dónde sentí una gran satisfacción. Durante un año y
medio, y una pandemia mundial por medio, disfruté muchísimo de adultos mayores y de sus
familias: adaptación, intervención, contención emocional, acompañamiento en procesos de
terminalidad, incertidumbre, miedo, preocupación…. y a partir de aquí, me hice una
pregunta: Soraya, ¿hacia dónde quieres ir? La posibilidad de seguir como psicóloga
sanitaria se había acabado en ese centro y decidí continuar mi formación para poder
trabajar de manera autónoma. En este momento del camino surgieron dudas, sobretodo
miedo, miedo a fracasar, miedo a no hacerlo bien,… ¿me irá bien? preguntas de un futuro
imaginario. Y, de nuevo, aún teniendo miedo, inseguridad, … ¡me lancé! y elegí comenzar
mi trabajo profesional en mi propio centro.
Y para que yo pudiera actuar en mi presente y no fuera mi inseguridad la que gestionara mi
vida, pasé de la PRE-OCUPACIÓN, a la OCUPACIÓN con preocupación, continuando con
una formación que me daría herramientas para poder ser-hacer la psicóloga que quiero ser.
Actualmente, en mi propio centro sanitario, acompaño a adolescentes, adultos, familias y
parejas en sus procesos.
«Disfruto del trabajo con cada persona que acompaño, me nutro y me enriquezco con cada
una de ellas.»